Los rituales diarios y su importancia
Los rituales diarios son una parte esencial en la forma de cuidarme. Creo que en los pequeños gestos que hacemos cada día y en la intención tras ellos reside mucho poder. Poder para crear espacio, para escucharnos, para mimarnos y para vivir de una forma más presente.
Mis rituales diarios, los que yo normalmente llamo “mi práctica” en conjunto, varían a lo largo de mi ciclo y también según lo que tenga que hacer cada día, aunque son similares. Me mantienen anclada, me ayudan a “ordenar” mi mente y a crear un espacio de calma a primera hora del día.
¿Qué diferencia hay entre una rutina y un ritual? Las rutinas son una serie de actos, casi siempre iguales y repetitivos, que pueden llegar a hacerse de forma automática, muchas veces son aprendidos o se hacen de forma involuntaria. Los rituales son un conjunto de acciones que pueden tener un valor simbólico, que se deciden y se realizan con atención plena y detrás de los cuales hay una intención. Consideraciones lingüísticas aparte y decidas llamarlo como decidas, rutina o ritual, lo importante para el post de hoy es la atención que se le presta a las acciones que los forman.
La intención primordial tras los rituales diarios es crear un espacio de escucha, de autocuidado y de tiempo para nosotros. Si el ritual en sí mismo te estresa o lo ves cómo una obligación, no va a tener el mismo efecto sobre ti. Porque aunque cada acción que lo forma tiene un beneficio por sí misma, lo más importante no es lo que haces sino cómo lo haces: la actitud es clave.
Considero que los rituales diarios deben ser personales y flexibles, además deben adaptarse al tipo de vida de cada uno y también al momento vital (viajes, vacaciones, si estás en casa o duermes fuera, momento del ciclo menstrual, enfermedad, si es semana/fin de semana, etc.).
Lo importante es conseguir una fórmula propia, crear algo a nuestra medida y no olvidarnos de adaptarlo al momento que estamos viviendo. Cinco minutos bien empleados son infinitamente mejores que treinta con estrés por querer hacerlo todo.
Por ejemplo, cuando tengo muy poco tiempo por la mañana, pero muy (muy) poco, los imprescindibles para mí son: tomar un vaso de agua templada con limón, una mini meditación con incienso o aceites esenciales y una taza de té caliente en tranquilidad. Es lo que mejor me funciona si apenas tengo tiempo. No es cuestión de cantidad sino de calidad.
Así que, lo importante en este tipo de actos es estar presente, regalarnos tiempo y mimo, sentirnos, escucharnos y crear espacio para apreciar el día que comienza o acaba (dependiendo de la hora). Esto ayuda a que poco a poco nos vayamos entrenando para aplicar esta forma de hacer al resto del día y de actividades.